Mudanza
He aquí un artículo publicado con anterioridad en el blog de mi amigo Alfredo y en otro blog mío que pienso descontinuar:
Elephant
Gus Van Sant
2003
Elephant no es un documental que denuncie la decadencia del imperio gringo. Tampoco es un drama ficticio que pretenda reducir el fenómeno de los shooting galleries estudiantiles a la acostumbrada presentación de las minorías como culpables de todos los males que atacan a dicha sociedad.
El acercamiento que la película hace a las reglas de convivencia de los niños gringos me remitió un poco, por el lado visual a los documentales setenteros del Film Board of Canada, llenos de calidez e intención, pero asépticos en el tratamiento. Cada uno de los personajes responde a un estereotipo, como si a Van Sant se le hubiera ocurrido agarrarse un puñado de “chamaquillos de indias”,encerrarlos en su laboratorio de control y filmar su comportamiento.
Por el otro lado, ése tratamiento pseudo clínico logra mutar en algunos momentos para convertirse en peeks a la vida interna de los niños, esas partes de sus personas que el resto de sus compañeros se niegan a ver al momento de lanzarles papeles en clase o llamarlos freak, loser, fag, Etc. El título mismo de las película tiene que ver con una cita de Bernard MacLaverty acerca de cierto elefante que vive en la sala de una casa y cuya existencia es negada sistemáticamente.
Al salir del cine, una amiga (declaradamente anti-gringa) de pronto lanzó al aire una pregunta que me sorprendió viniendo de ella por su obviedad (¿?):
¿Por qué pasan este tipo de cosas?.
A mi se me ocurrió de pronto que crecer en medio de una sociedad tan obsesionada con la imagen del éxito debe ser bastante difícil para todas las niñas gordas de lentes gruesos. Es decir, si no me parezco ni de lejos a James Van der Beek gracias a mis estrabismo, o mi color de piel o mi sobrepeso, puede llegar un momento en mi vida en que eso se convierta en un punto crítico para conseguir una cita, y mas tarde un puesto laboral digno,y así ad nauseam…
Pensar con esta lógica debe ser aplastante para alguien cuya integridad apenas empieza a construirse, y si bien al crecer los niños se van haciendo conscientes de lo estúpida que resulta esa taxonomía del triunfo, tanto los oprimidos como los opresores se quedan con su cuota de prejuicios/resentimientos. Crezco pero me acuerdo…
Incluso podría armarse toda una teoría del resentido social para argumentar que “La Malvada Sociedad Imperialista Estadounidense” se lo merece, que alguien que trata así de mal a los pobres niños emigrantes o patizambos o de cabello oscuro (así de ridículos pueden llegar a ser los prejuicios) solo puede cosechar odio y amargura; y que entonces, es perfectamente plausible que un par de mocosos, hartos de que los empujen o les digan lerdos o les hagan el feo, ordenen rifles de alto poder por correo y hagan de su escuela un Columbine Chainsaw Massacre. Claro, podría ser. Tiene sentido.
Pero como siempre, no es así de simple.
Y abordar un tema tan escabroso como lo son los tiroteos en escuelas de la Unión Americana, con estudiantes reales como actores, en una escuela pública real como locación es un trabajo que tenía muchas posibilidades de caer en los lugares comunes o de volverse un panfleto inútil como el que más.
Sin embargo, el abandonar toda pretensión moralista y cualquier investidura de Soy un Artista Y puedo Juzgarte si Quiero, para limitarse a sugerir que quizás la solución esté en ESCUCHAR a los demás, terminó por ser a mi juicio el gran acierto de Elephant. Y si tomamos en cuenta la manera categórica en que la Cultura Norteamericana ha hecho oídos sordos a las quejas provocadas por sus pisoteos en otras latitudes, mas mérito tiene que de vez en cuando se vean estos clareos en el cielo tachonado de estrellas Hollywood.
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