La Insoportable Levedad del Lunes (en Miércoles)
No ir de blanco al cocktail [Molotov] es de mala etiqueta Parte 2
Ha pasado una semana y pico desde que prometí dar una explicación mas profusa de mi opinión sobre la megamarcha por la paz efectuada en el Distrito Federal. Durante estos 9 días posteriores, y de manera un poco inesperada (por lo menos de mi parte) la opinión pública no ha dejado que el tema caiga olvidado entre las miles de idioteces con que los medios nos embadurnan la memoria a corto, mediano y largo plazo.
Muy al contrario, la gente se ha visto realmente involucrada con los alcances que pueda seguir teniendo. Durante los 3 días siguientes escuché comentarios y posturas de lo más diversas, me pelee a muerte con algunos y ratifiqué mis concordancias con otros, me sorprendí con agrado al escuchar amigos míos hablar de cuestiones políticas –algunos por primera vez en su vida– y me indigné ante los comentarios fascistoides de otros que se alegraron al escuchar las propuestas sobre la adopción de la pena de muerte.
En medio de tan polarizado ambiente no puedo dejar de sorprenderme que de pronto la población despierte de su sopor para participar en la vida política del país; quizás mis improbables lectores foráneos no estén muy al tanto, pero en México padecemos de una extraña enfermedad que nos impele a aceptar que tenemos voz y voto y que tenemos la OBLIGACIÓN de estar al tanto del rumbo que toman los que gobiernan.
Por desgracia, esa falta de práctica tenía que provocar reacciones terriblemente equivocadas por parte de algunos, eso es obvio; sin embargo me parece que lo importante en dado caso fue que el grueso de la población opinara al respecto y sobre todo que hiciera oir su opinión.
Es duro aceptarlo, pero en México tenemos el mal hábito de no ver mas allá de nuestros intereses de clase.
El origen mismo de esta marcha es la prueba innegable de ello, pues siendo organizada por empresarios y burgueses, los gritos de consigna que se escucharon en ella jamás pidieron mejoras en la seguridad de las zonas conurbadas, donde desde hace 20 años es tan posible que te secuestrenmatenviolen que la gente se ha acostumbrado a vivir con ello. Las meseras de Sanborns salieron a vender café y chuchulucos a las asoleadas familias que llevaron hasta a sus lebreles afganos, como si de paseo en el Bosque de Tlalpan se tratara (nunca llegué a ver eso en las marchas contra los boicots de Cuba, o por la proscripción de la privatización de Petróleos Mexicanos, por ejemplo).El contingente de las muertas de Ciudad Juarez fue echado de la vanguardia de la marcha “por que no la habían organizado”, y todo el tiempo las invectivas contra los atacantes del jefe de gobierno fueron recibidas con calurosos “callénse o los madreamos”.
Yo me pregunto ¿Y no será inseguro ir a una marcha por la inseguridad en la que no simpatizas con los intereses mezquinos de quien la organiza? ¡Hasta puede ser peligroso!.
Por que si a esas vamos, yo paso. Que los oligarcas hagan su picnic en el Zócalo.
Pero la realidad es que protestan por que empieza a llegarles el agua al cuello. Y esto mis queridos e improbables lectores, es un proceso que no tiene marcha atrás.
La inseguridad crece por que crece el descontento. Por que hemos aprendido a vivir en la miseria y a no desear salir de ella, por que se nos ha arrebatado la oportunidad de tener una vida mas digna. Por desgracia el maniqueísmo con que se nos presenta la realidad filtrada por los medios ha reducido esta problemática al enfrentamiento Robin Hoodesco de los ricos contra los pobres, y ése es quizás uno de los errores clave en nuestro problema. Por que hasta no entender la tremenda importancia de preocuparnos por nuestros semejantes, y hasta que no saquemos la cabeza de nuestro propio culo para ver que hay gente que nos rodea, y que esa gente tiene necesidades, y que muchas veces está en nuestras manos crear oportunidades para que dichas necesidades sean satisfechas sin renunciar a nuestro patrimonio o a nuestra comodidad –bien o mal conseguida–, nuestros hijos seguirán siendo secuestrados y asesinados. Y nuestras madres, hermanas e hijas seguirán siendo violadas y asesinadas impunemente, y nuestra tranquilidad se habrá extinto para siempre, por que viviremos con el miedo de saber que algún día, alguien vendrá a arrebatarnos algo que le hemos robado con nuestro silencio: Su dignidad.
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