sábado, septiembre 10, 2005

Recuerdo de Acapulco en el barrio de La Boca

Cuando era niño todos los veranos los pasabamos en Acapulco.
Por las tardes ibamos a La Quebrada para ver como caían la noche y los clavadistas al agua, el cielo se pintaba de un rojo oscuro y el mar rugía con tanta fuerza que asustaba; es difícil de explicar, pero ver el mar abierto de noche es una experiencia que no te suelta jamás.
Un día llegamos al malecón y mi papá –gran fanático de la salsa y la música tropical– traía en el estéreo del auto un cassette de Oscar D' León qe habíamos venido oyendo todo el camino desde México.
En él había una canción que a mi me provocó una rara sinergia con el ambiente de la Quebrada, hablaba de la desolación de un cementerio de barcos, de buques carboneros soñando que algún día volverían a zarpar, de una voz que decía adiós, de la niebla que desciende sobre un río. Nunca me aprendí la letra completa, pero esas frases se me quedaron tan grabadas que hace un par de años al volver a escucharla, –a pesar de que esta vez era en la voz de Diego el Cigala y con un tratamiento como de cante jondo– la reconocí de inmediato.
Se la mostré a un amigo argentino (hermano de mi anfitriona en Buenos Aires) y cual fué mi sorpresa al enterarme de que esa canción tan bien interpretada por Oscar D'León ¡era originalmente un tango!. Leyendo la letra todo cobró sentido, habla sobre el viejo cementerio de barcos de La Boca, el riachuelo sobre el que desciende la niebla, es por supuesto el Río de La Plata, todo concordaba...
Al caminar por el barrio de La Boca, muy cerca de donde se encontraba el cementerio de barcos, una vez más recordé esa tarde en la Quebrada, y por supuesto también recordé la canción:



Niebla del Riachuelo

Turbio fondeadero donde van a recalar,
barcos que en el muelle para siempre han de quedar...
Sombras que se alargan en la noche del dolor;
náufragos del mundo que han perdido el corazón...
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar,
barcos carboneros que jamás han de zarpar...
Torvo cementerio de las naves que al morir,
sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir...

¡Niebla del Riachuelo!..
Amarrado al recuerdo
yo sigo esperando...
¡Niebla del Riachuelo!...
De ese amor, para siempre,

me vas alejando...
Nunca más volvió,
nunca más la vi,
nunca más su voz nombró mi nombre junto a mí...
esa misma voz que dijo: "¡Adiós!".

Sueña, marinero, con tu viejo bergantín,
bebe tus nostalgias en el sordo cafetín...
Llueve sobre el puerto, mientras tanto mi canción;
llueve lentamente sobre tu desolación...
Anclas que ya nunca, nunca más, han de levar,
bordas de lanchones sin amarras que soltar...
Triste caravana sin destino ni ilusión,
como un barco preso en la "botella del figón"...





[La Boca, por El Ogro]