miércoles, septiembre 14, 2005

Un largo domingo de hueva

Es horrible cuando un director que admiras empieza a hacer basura

"Chin!.. dejé los frijoles en la lumbre..."

Este lunes vi la mas reciente película de Jean Pierre Jeunet y puedo decir sin miramientos que es un bodrio. Peor aún; es un arremedo de su película anterior Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, que si bien flirtea peligrosamente con el melodrama chillón, por lo menos se defiende con un guión impecable y un diseño visual muy cabrón, tanto en arte como en foto.
El nombre original Un long dimanche de fiançailles –literalmente "Un largo domingo de compromiso"– sufrío en México la tradicional 'reinterpretación' por parte de los idiotas infradotados a cargo de su comercialización, quienes en un arrebato de inspiración divina decidieron rebautizarla como aquella célebre canción de Juanga: Amor Eterno.
Empezando por ese detalle, era casi imposible predisponerse a ver la cosa mas cheesy del mundo. Para muestra basta una sinopsis:
La primer secuencia de la película es un relato en elipsis narrado con voz en off –identica a la primer secuencia de Amélie– sobre el fatal destino de cinco soldados franceses condenados a muerte por inflingirse automutilación para intentar evadirse del frente. En el momento de su ejecución son abandonados entre las trincheras enemigas y desaparecen misteriosamente, uno de ellos es un chaval cuya novia enferma de polio decide buscarlo por todos los medios a su alcance.
El resto de la película es básicamente una larga y enredada enquête en la que Mathilde, la guapa heredera millonaria rural poliomielítica –muy flaubertiano ¿eh?– pone en jaque a su tío (interpretado por Dominique Pinon, actor fetiche de Jeunet) y al administrador de su herencia para saber el paradero de su novio al que todo mundo da por muerto. Al final, después de tanto enredo y tanta confusión –los nombres franceses no ayudan mucho, llega un punto en que ya no se sabe de quién hablan–, la certeza de que el pobre diablo está vivo es tan grande, que ya no importa demasiado encontrarlo. La secuencia final es de absoluta hueva.
Lo alarmante de esta peli no es que cumpla con su función de blockbuster y provoque náuseas de lo empalagosa; sino que la estructura del relato es una copia fotostática de Amélie; en ambas, una guapa chica –Audrey Tautou– está en la búsqueda del amor de su vida y para ello se vale de los recursos más insólitos posibles, incluso hasta se repite el narrador que va contando las peripecias dandole a la peli un aire como de novela. No sé si el libro en el que se basaron para hacer el guión Jeunet y dos tíos mas tenga la misma estructura, pero llegar al nivel ridículo del autoplagio es algo que me descorazona viniendo del mismo gato que dirigió La cité des enfants perdus y Delicatessen, sin embargo no es la primera vez que un buen director francés echa por la borda su trabajo al escuchar las sirenas con tetas de silicón hollywoodenses; baste ver lo que le pasó al pobre de Matthieu Kassovitz –el novio flacucho de Amélie–, quien llegó a la meca del cine cargando bajo el brazo una de las películas clave del cine francés moderno (La Haine) y salió con dos de los fracasos de taquilla más espantosos (Les rivières pourpres y Gothika), o a Luc Besson, que nunca fué muy brillante pero por lo menos en su tierra no se mandaba cagadas millonarias como Juana de Arco... eso sí, por lo menos se ligó a la Mami Jovovich.
Triste y conmovedora, por mala.
Trivia: ¿Por qué cambiaron el diseño original del cartel francés para la comercialización en América?
A)Las damas de la vela perpetua consideraron indecente que el cartel mostrara el derrière de Tautou.
B)La distribuidora consideró que era mejor mostrar a la heroína acostada con el novio agarrándole una teta
C)Se parecía demasiado al cartel de Gladiador y Russell Crowe amenazó con demandarlos por que la falda de Audrey estaba más linda que la suya

1 Comments:

At 3:30 p.m., Anonymous Anónimo said...

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