martes, junio 28, 2005

Peptidasa, Serratio Peptidasa

De cómo un tambo lleno de polvo de carbón y agua corriente pueden amargarle a uno la existencia
(y como un minúsculo gusanito de seda puede remediarlo)


El sábado desperté con la sensación de tener un oído tapado, inmediatamente las mas oscuras sospechas de que algo terrible estaba pasándome me invadieron.
Algo así me pasó hace cuatro años; en aquella ocasión fué un revolcón por las traicioneras olas de Pie de la Cuesta lo que me provocó una otitis monumental. Resulta que la sordera es provocada por la inflamación del tímpano, causada a su vez por muy diversas circunstancias, como infecciones, daños por inserción de objetos extraños, acumulación de cerúmen y eventualidades semejantes.
En ese momento yo no estaba al tanto de todo lo anterior así que pensando que mi oído izquierdo había kaput, estaba yo al borde de la defenestración, sin embargo mi medico familiar me obligó a consultar a un otorrinolaringólogo amigo suyo. Pa no hacer el cuento largo me curé y recuperé mi oído izquierdo.
Pues bien, lo que tanto temía se hizo realidad; ahora me ha vuelto a pasar lo mismo pero esta vez en el oído derecho y acompañado de un agudo y persistente dolor. La causa probable: exposición prolongada al polvo de carbón y agua –tema de otro post–.
Siendo como soy alérgico al dolor, ayer volví con el mismo otorrino esperando que de manera misericordiosa me administrara un poco de morfina o cortisona intramuscular, sin embargo mis esperanzas fueron defraudadas y salí de su consultorio con una receta que ostentaba las palabras mágicas: Oto Eni y Danzen.
Sobreviviente de muchas infecciones de las vías respiratorias durante mi infancia, llamó de inmediato mi
atención el ingrediente activo de la medicina llamada Danzen –cuando vi el nombre, me acordé de Glen Danzig, pero dudo que tenga algo que ver– :

Serratio Peptidasa................... 5 mg.

¡Qué enigma!
Hoy en la mañana salí de mi casa a toda prisa, no sin antes administrarme dos tabletas de Danzen y unas cuantas gotas de Oto Eni, llegué a mi estudio y lo primero que hice –claro– fué meterme a por lo menos cinco vademecums online para buscar esa rara medicina. El resultado fué dispar: primero me espanté por que en los primeros dos, dicho ingrediente activo no figuraba, después fué de alivio por que lo encontré, pero la perplejidad no se hizo esperar:

No es que les tenga aversión a los gusanos de seda, pero pensar que hay algo en su panza capaz de curar el dolor que estoy sintiendo mientras escribo esto me parece un poco ingenuo, digamos.
Sin embargo procuraré tener fé ciega en los avances de la ciencia (sobre todo en los japoneses) pues realmente no me queda otra opción.
Gracias, pequeños animalillos.
Ouch!!!!!!!!!


Mi salvador

Panchita Dice:
¡Era de esperarse que en una civilización tan rudimentaria la medicina tuviera que seguir recurriendo a actos de fé para curar! lo peor de todo es que este inútil se la ha pasado lloriquendo por que oye todo en monoaural, y además tengo que soportarlo aquí en casa más horas de lo acostumbrado por que el señorito se siente incómodo en la calle!.
No cabe duda que merecen sucumbir, son unos debiluchos.